Microbiota intestinal: somos lo que comemosMicrobiota intestinal: somos lo que comemos

Fecha de publicación: 10 de enero de 2022

Microbiota intestinal: somos lo que comemos

Última edición: 12/07/2023

Hace algunos meses publicamos en este blog el artículo ¿Cuál es la relación entre epigenética, alergias y enfermedades autoinmunes?, en el cual explicamos cómo los factores ambientales o externos pueden silenciar o expresar nuestros códigos genéticos para bien o para mal.

Si bien nacemos con un código genético ya escrito (ADN), la epigenética ha estudiado el comportamiento de nuestras células ante el entorno, demostrando que tener genes predispuestos a ciertas enfermedades no es el único factor a la hora de entender la activación de algunas patologías.

Existen otras circunstancias y condiciones de la vida diaria que también pueden desencadenarlas. Por ejemplo: ¿cuánta energía tienes a diario?, ¿te sientes estresado con frecuencia?, ¿descansas al dormir o sufres insomnio? Hacer una pausa y analizarnos de esta manera nos puede ayudar a hacer los ajustes necesarios en mejorar nuestra salud.

Pero, ¿qué relación tiene esto con nuestra microbiota intestinal? Empecemos por el principio.

¿Qué es la microbiota intestinal?

Seguramente has oído hablar sobre la flora intestinal o flora bacteriana. Lo que comúnmente llamamos así se denomina microbiota intestinal y se va desarrollando a medida que avanza la vida, de manera que su composición es diferente en la infancia, la adolescencia y la edad adulta.

Corresponde a la gran variedad de microorganismos presentes en nuestro sistema digestivo, con quienes convivimos en perfecta armonía (o así debería ser). Mientras realizan una función protectora frente a enfermedades o agentes patógenos y de ayuda en la metabolización de los alimentos ingeridos, nuestro organismo les ofrece un lugar donde vivir.

El estudio Microbiota en la salud humana: técnicas de caracterización y transferencia destaca que:

"En una persona adulta, el tracto gastrointestinal puede albergar entre 500 y 1.000 especies de microorganismos. Por su enorme capacidad metabólica, se ha considerado a la microbiota como un «órgano» imprescindible".

Las principales funciones de la microbiota intestinal son:

  • Prevenir la colonización por otros microorganismos patógenos.
  • Ayudar a digerir los alimentos.
  • Producir las vitaminas del grupo B y K que el organismo humano no es capaz de sintetizar.
  • Estimular al sistema inmunológico.

Se estima que contar con una microbiota intestinal sana desde la más tierna infancia puede prevenir o influir en el futuro desarrollo de enfermedades como intestino irritable, obesidad, alergias alimentarias o incluso el asma.

¿Cuáles son los factores que influyen en nuestra microbiota intestinal?

La adquisición de la microbiota intestinal al nacer está condicionada a diversas circunstancias: tipo de parto, edad gestacional, alimentación inicial, exposición a antibióticos, etc. Por ejemplo, la microbiota de los niños con lactancia materna exclusiva presenta mayor cantidad de microorganismos beneficiosos, como las bifidobacterias, en comparación con los niños alimentados con fórmulas.

De acuerdo al estudio antes mencionado, los principales factores que determinan el desarrollo de una microbiota intestinal equilibrada son:

  • Nuestra genética.
  • Nuestro estilo de vida, lo cual incluye el tipo de alimentación, si se realiza o no ejercicio, el consumo de fármacos, etc.
  • Nuestro medio ambiente, es decir, dónde vivimos y su sistema sanitario.
  • Nuestra salud mental. Por ejemplo, si sufrimos de ansiedad, depresión o niveles elevados de estrés.


¿Eubiosis o disbiosis?

Cuando las comunidades microbianas viven en un estado de equilibrio que se caracteriza por la abundancia de especies y de beneficio mutuo con el hospedador se puede hablar de eubiosis intestinal.

La disbiosis intestinal generalmente se caracteriza por la pérdida de variedad y/o cantidad de especies beneficiosas que habitualmente son dominantes. En consecuencia, aumentan especies minoritarias que, a menudo, son patógenos oportunistas.

El estudio Microbiota intestinal y salud indica que "algunas enfermedades crónicas no transmisibles de la sociedad desarrollada se asocian a la disbiosis, es decir, a la pérdida de riqueza de especies en la microbiota intestinal y desviación del entorno microbiano".

Múltiples factores como el uso de antibióticos y otros medicamentos, estrés, factores genéticos, tipo de alimentación, estilo de vida, etc., están implicados en el origen de la disbiosis. Si el o los factores desencadenantes son intensos o persistentes en el tiempo, puede conducir a una futura enfermedad.

Ahora que ya sabemos que nacemos con ella, se desarrolla en nuestra infancia y puede verse afectada por situaciones y agentes externos e internos, lo que debemos aprender es cómo protegerla, mejorarla y/o regenerarla.

Alimentando la microbiota intestinal

Si alguien sabe sobre esto es María Gloria Domínguez-Bello, microbióloga venezolana que lleva años estudiando a los indios Yanomami, una remota tribu del Amazonas venezolano. Con muy poca exposición al mundo moderno, los Yanomami tienen una microbiota tan rica y diversa que los ha mantenido alejados también de las enfermedades "de moda" como alergias, diabetes y obesidad.

La investigadora ha publicado numerosos estudios sobre su experiencia junto a los Yanomami y otras tribus indígenas, como "Un Antropólogo de Microbios en la Jungla" en la revista Cell.

Sobre el tipo de alimentos que este pueblo indígena consume, la investigadora destaca la frecuencia con la que consumen pescados, verduras y frutas: lo hacen todos los días. Comer carnes rojas depende del éxito de la caza; tal vez dos veces por semana.

En una entrevista a la BBC, mencionó:

"En las heces de los yanomamis hay casi el doble de la diversidad bacteriana que la que tenemos nosotros. A medida que se mueven a las ciudades, ves el otro extremo: obesidad y malnutrición".

Obviamente, como nosotros no vivimos en aquella región amazónica, no tenemos acceso a algunas frutas y verduras autóctonas de ese lugar. Sin embargo, podemos rescatar la buena práctica de incrementar la ingesta de alimentos ricos en fibra y proteínas diariamente.

Por otro lado, si debido a una infección el médico nos indica un antibiótico, es importante tener en cuenta que este medicamento afecta de manera directa nuestra microbiota. Su uso elimina tanto microorganismos beneficiosos como los patógenos que provocaron la enfermedad; por lo tanto, es necesario acompañar estos tratamientos con la ingesta de probióticos. Estos reconstruyen la microbiota mientras nos esforzamos por llevar una dieta balanceada.


En este último aspecto es fundamental conocer lo que comemos, pues de otro modo nos resultará muy difícil distinguir si cierto alimento nos ayudará o no a nutrir nuestra microbiota.

Te invitamos a descargar nuestra aplicación totalmente gratuita para que obtengas la información completa de los alimentos que se venden en el mercado. En cada ficha encontrarás el nombre del producto, sus ingredientes, su tabla nutricional, sus sellos certificadores y mucho más. Puedes personalizar tu perfil de acuerdo a tus necesidades para saber si el producto que te interesa es apto o no para ti.

Si sientes que requieres ayuda adicional para mejorar tu microbiota, visita a tu médico o nutricionista para que te asesore de manera personalizada.

Gracias por leernos.

Publicado por el equipo de OK to Shop.

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