Tres aspectos que influyen en la forma de alimentarnosTres aspectos que influyen en la forma de alimentarnos

Fecha de publicación: 30 de noviembre de 2022

Tres aspectos que influyen en la forma de alimentarnos

A través de los años, se le ha dado mayor relevancia a cómo la alimentación y la nutrición pueden verse influidos por aspectos ambientales, psicológicos y biológicos. Además, la forma en que comemos, cuándo lo hacemos, dónde, cómo, con qué y para qué podrían determinarse en gran parte durante la niñez.

En OK to Shop consideramos que cada uno de estos aspectos es igual de importante para tener una buena nutrición, ya que se complementan entre sí y, si uno llegase a fallar, influirá negativamente en los demás. Por eso, si sientes que tu relación con la comida no es la que deseas, este artículo es para ti.

¿Cómo se adquieren los hábitos alimenticios?

El estudio Hábitos alimentarios de niños en edad escolar y el papel de la educación para la salud indica que "los hábitos alimentarios se aprenden en el seno familiar y se incorporan como costumbres imitadas de las conductas observadas por personas adultas que respetan. [...] Los padres tienen una gran influencia sobre los hábitos alimentarios de los niños y son ellos los que deben decidir la cantidad y calidad de los alimentos proporcionados durante esta etapa; en conjunto con los padres, la escuela (principalmente profesores) juega un papel importante en el fomento y adquisición de hábitos alimentarios saludables a través de la promoción y educación para la salud".

Desafortunadamente, estos hábitos que solían ser equilibrados décadas atrás, con el pasar de los años se han modificado por diferentes factores que perturban la dinámica e interacción familiar, como por ejemplo:

  • La situación económica de la familia: la cantidad de dinero limita la variedad de alimentos que se puede comprar, su cantidad y frecuencia.
  • Falta de tiempo para cocinar: largas jornadas laborales de ambos padres provoca menos tiempo y dedicación en esa labor cotidiana.
  • Pérdida de autoridad de los padres: ante la falta de ese respeto, muchos niños comen solo lo que quieren y cuándo quieren.

Por otro lado, la publicidad puede persuadir tanto o más que la familia y la escuela. "Los niños son más susceptibles a los medios de comunicación, debido a que se encuentran en una etapa de construcción de su identidad; por lo tanto, son fácilmente manipulables por los anuncios publicitarios que promocionan nuevos alimentos" destaca el estudio ya mencionado.

Un tema importante que también afecta la elección del tipo de alimentos es su acceso. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) denomina desiertos alimentarios a "aquellos lugares en los que la población tiene dificultades para acceder físicamente a alimentos frescos y nutritivos, debido a la ausencia de establecimientos de venta o la distancia excesiva de estos de los hogares de las personas". Este fenómeno se presenta sobre todo en zonas y/o territorios rezagados desde un punto de vista socioeconómico, concentrándose en la población de menores ingresos.

La importancia del aspecto psicológico.

La gran mayoría de las investigaciones que estudian la relación entre la psicología y la conducta alimentaria se focalizan en el concepto del "comer emocional (CE)", término que refiere al uso de los alimentos como un mecanismo disfuncional para afrontar los sentimientos.

De acuerdo a Emotional Eating Scale [EES-C] "CE es una forma de alimentación desordenada y se define como el acto de consumir alimentos en respuesta a emociones negativas tales como tristeza, soledad, miedo, frustración, estrés, ansiedad e irritabilidad".

Muchas de estas personas usan los alimentos como un medio para protegerse de experimentar sus emociones, lo cual conduce al desarrollo de problemas de peso y malnutrición. Este tipo de acciones también pudieron ser adquiridas en algún momento de la vida, sea de su entorno cercano o mediante observación, pues es bastante común asociar ciertos alimentos como "castigo" y otros como un "regalo".

Frente a la presencia de emociones que generan el aumento o disminución de comer cierto tipo de alimentos, es que se ha descrito la importancia de aprender a regularlas y buscar estrategias para manejarlas adecuadamente.

¿Y el aspecto biológico?

Si bien puede ocurrir que el hambre nos sorprenda y nos exija una comida urgente, dejar nuestro criterio sobre la alimentación a los sabores o aromas no nos asegura una completa nutrición. Estos aspectos sensoriales influyen, en particular, sobre las elecciones espontáneas. El problema radica cuando lo hacemos una costumbre, pues dejarse llevar por las necesidades fisiológicas todo el tiempo hará que solo comamos alimentos de nuestra preferencia, sin pensar en si son nutritivos o no.

La carencia de nutrientes debido a una mala dieta provoca, a la vez, alteraciones en el aspecto emocional. Por ejemplo, ciertas vitaminas y minerales tienen un papel relevante en la prevención y el tratamiento de algunos trastornos de la salud mental. Si no los consumimos con frecuencia, es posible presentar síntomas asociados a enfermedades mentales.

De acuerdo al estudio de Trastornos de la nutrición y la salud del comportamiento: depresión y ansiedad (2021), "los nutrientes triptófano, vitamina B6 , vitamina B12 , el ácido fólico (folato o B9), la fenilalanina, la tirosina, la histidina, la colina y el ácido glutámico son necesarios para la producción de neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la norepinefrina, que intervienen en la regulación del estado de ánimo, el apetito y la cognición. Los ácidos grasos omega-3 de origen marino [...] pueden disminuir tanto la depresión como la ansiedad".

Por ende, nuestra alimentación debe regirse por cantidades adecuadas de macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas) y micronutrientes (vitaminas y minerales), según nuestra contextura y desgaste energético. Si necesitas ayuda para encontrar ese equilibrio, consulta a un nutricionista.

Aquí te dejamos un autoexamen que te ayudará a recuperar el control de tu alimentación. Hacernos estas preguntas podría indicarnos dónde y cuándo se genera el problema:

  • ¿Compro un alimento simplemente porque lo vi en un anuncio publicitario?
  • ¿Como mucho (o poco) cuando estoy triste?
  • ¿Tengo la costumbre de comer por impulso?
  • ¿Puedo mejorar en algo la forma en la que se alimenta mi familia?
  • ¿Relaciono ciertos alimentos con mis estados de ánimo?
  • ¿Como a determinadas horas o espero a que me dé hambre?
  • ¿Podré planificarme mejor para cocinar más en casa?
  • ¿Me preocupo por lo que comen mis hijos?
  • ¿Como solo lo que me gusta?
  • ¿Cuántas veces consumo frutas y verduras a la semana?
  • ¿Podré organizar mejor mi presupuesto para alimentación?
  • Cuando estoy con estrés, ¿hago ejercicio o prefiero volver a comer?
  • ¿Leo las etiquetas de los productos alimenticios para conocer su contenido?

Todos hemos pasado por esto de alguna forma u otra, lo importante es tener las ganas de superar estas conductas. Tomar la iniciativa para hacer las cosas bien es fundamental para cuidar la salud de nuestros seres queridos y la nuestra.

Entender lo que dice el etiquetado de los productos procesados es el primer paso para elegir correctamente qué comer y cuándo. Si descargas nuestra aplicación gratuita, tendrás en tu celular toda esa información disponible: ingredientes, tabla nutricional, sellos de advertencia, etc. Además, podrás agregar los productos que te interesan a diferentes listas, conocer su valor y dónde los venden. De esa manera organizarás mejor tu tiempo y dinero al momento de ir al supermercado.

¡Sé innovador en la cocina! En nuestro Facebook, Instagram y TikTok encontrarás una gran variedad de recetas fáciles, nutritivas y sabrosas para que tengas una sana relación con la comida.

Gracias por leernos.

Publicado por el equipo de OK to Shop.

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