Fecha de publicación: 8 de julio de 2022
"A veces me aparece sarpullido y no sé la razón", "Cuando me acerco a un gato, no paro de estornudar", "¡Mira cómo me dejó la mano ese zancudo!", "Estoy congestionada, pero no me siento resfriada".
Estos síntomas son más comunes de lo que creemos, tanto que ya no nos sorprende que alguien los diga con regularidad. Según la Organización Mundial de las Alergias (WAO), se estima que 20% de la población mundial sufre alguna enfermedad alérgica. En Chile, 5,5% de los escolares tiene alergias alimentarias solo en la Región Metropolitana. (Prevalencia de alergia alimentaria en población escolar chilena 2014).
¿Qué involucra una alergia? ¿Cómo se diagnostica? ¿Cuáles son los síntomas? ¿Qué tratamientos existen? A continuación encontrarás las respuestas a estas y otras preguntas relacionadas.
El sistema inmunológico sirve como mecanismo de defensa del cuerpo contra las incontables y diversas sustancias presentes en el aire que respiramos, las comidas que ingerimos y las cosas que tocamos.
En el caso de las alergias, el sistema inmunitario produce anticuerpos que identifican a un alérgeno en particular como dañino, incluso si no lo es para otras personas. La reacción exacerbada puede provocar que la piel, los senos paranasales, las vías respiratorias y/o el aparato digestivo se inflamen.
La gravedad de las alergias varía según la persona y puede ir desde una irritación menor hasta una reacción grave como la anafilaxia. Si bien la mayoría de las alergias no tienen cura, los tratamientos ayudan a aliviar los síntomas. Aprender a prevenir también es un paso importante para evitar situaciones de riesgo.
Alergia aérea: se clasifican en estacional (pólenes de determinadas plantas y árboles) e interior (ácaros y moho). Ambas causan inflamación de las mucosas respiratorias, provocando rinitis, rinoconjuntivitis y/o asma según el caso.
Alergia a las mascotas: puede provocar la orina, saliva y caspa (células muertas de piel) de cierto animal; no su pelaje. Generalmente se presentan reacciones respiratorias, pero también pueden desencadenar dermatitis por contacto.
Alergia a las picaduras: edema de la piel provocado por la picadura de insectos como pulga, zancudo (mosquito), abeja, avispa, entre otros. Dependiendo de la sensibilidad de la persona, la reacción puede empeorar afectando las vías respiratorias.
Alergia alimentaria: el sistema inmunológico reacciona exageradamente ante uno o más alimentos, atacando a las proteínas que los componen incluso después de haber sido cocinados o digeridos. Los síntomas pueden variar desde urticarias hasta inflamación a nivel gastrointestinal (náuseas, vómitos y colitis). En casos extremos, pueden causar anafilaxia. Una persona puede desarrollar alergia a prácticamente cualquier alimento o aditivo alimentario.
Alergia a fármacos: es una reacción adversa a determinado medicamento al ser administrado correctamente. Puede desencadenar inflamación inmediata (angioedema o anafilaxia) o después de varias horas (eccema y/o malestar estomacal intenso). Comúnmente la provocan antiinflamatorios y derivados de la penicilina.
Alergia tópica: inflamación exacerbada de la piel causada por la exposición a cierto producto aplicado directamente en ella, como en el caso de cosméticos, útiles de aseo personal, etc. Se evidencia dermatitis y/o urticaria en la zona donde se usó el producto.
Otros casos específicos y poco comunes: alergia al sol, alergia al frío, alergia al sudor, alergia al látex, entre otros.
El diagnóstico de las alergias se realiza mediante un test cutáneo (también conocido como prick test), con el objetivo de reproducir en la piel la reacción que presentamos en otras partes del organismo.
Consiste en la aplicación de gotas que contienen el alérgeno sobre el brazo. Una pequeña lanceta atraviesa la piel y se introducen las gotas. Se observa y registra la reacción inmediata, luego a los 15 minutos y finalmente a los 30 minutos.
Además, es posible realizar análisis de sangre para alimentos y/o factores ambientales, conocido como Panel IgE. Esta es una forma científica para cuantificar y demostrar la presencia de anticuerpos específicos.
Existen también otras pruebas cutáneas para reacciones tardías (desde 24 a 72 horas) de alimentos o productos cosméticos. Se le conoce como Test de Parches. Los resultados de esta prueba deben ser evaluados por el médico tratante, ya que no son tan certeros como los anteriormente mencionados.
En el caso de ciertos alimentos o medicamentos, a veces es necesario una prueba de provocación. Esta se realiza bajo estricto control médico tras la ingesta.
Si bien la principal medida para prevenir una reacción alérgica es evitando el alérgeno, habrá ocasiones en que se necesitarán medicamentos para contrarrestar los síntomas.
Si eres una persona alérgica, un especialista como un inmunólogo, alergólogo, otorrinonaringólogo o broncopulmonar te debe indicar el adecuado para ti de acuerdo a tu historial médico. Aquí mencionaremos los principales:
Esperamos que este artículo te haya servido para conocer más sobre esta enfermedad y sus variantes. Respetar la forma de vida de un alérgico significa valorar su vida, pues reacciones graves le pueden causar la muerte. Si sospechas de tener un problema como este, consulta a tu médico antes de que los síntomas empeoren.