Fecha de publicación: 6 de octubre de 2022
Es probable que, a lo largo de nuestra vida, más de alguna vez hayamos sufrido algún problema en nuestra piel: una quemadura solar, ampollas por el exceso de fricción, acné adolescente u otras condiciones temporales. No obstante, ¿qué pasa cuando un problema de este tipo se vuelve permanente?
Para OK to Shop la salud de la piel es muy importante, ya que muchas veces es el reflejo de problemas que afectan al sistema digestivo, inmunológico u otro. Varias enfermedades asociadas a este órgano tiene síntomas similares, por lo tanto, es necesario recurrir a un dermatólogo para un diagnóstico certero.
Ahora nos centraremos en una de las más complejas y frecuentes: la dermatitis atópica. De acuerdo a las estadísticas de MSD, cada año se diagnostican hasta el 10% de los adultos y el 20% de los niños en países desarrollados. Conocerla mejor nos ayudará a identificarla y tratarla correctamente. Además, en este artículo descubrirás que OK to Shop es útil en lo relacionado a esta enfermedad.
La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, caracterizada por prurito, rojez, irritación, descamación, picor, resequedad y/o sensación de calor en la zona afectada. Puede afectar cualquier parte del cuerpo, comúnmente cuero cabelludo, rostro y extremidades.
Su clasificación como leve, moderada y severa depende de la gravedad, extensión y frecuencia de las lesiones cutáneas. En general aparece en la niñez y, con el tratamiento correcto, es controlada durante la adolescencia. Sin embargo, también puede ser diagnosticada en la adultez.
Esta patología provoca un notable deterioro en la calidad de vida de quien la padece, ya que la mayoría tiene un mal dormir a causa del prurito. Las lesiones cutáneas afectan el autoestima y aquello incrementa el riesgo de problemas emocionales, como irritabilidad, frustración, ansiedad, depresión e ideas suicidas. También influye psicológicamente en el entorno familiar, sobre todo si son los padres los que deben cuidar a su hijo(a) con DA.
Si bien existen factores genéticos y hereditarios de por medio, se ha postulado un importante rol del sistema inmune (desregulación), la carencia de proteínas específicas que mantienen la barrera protectora de la piel y el ámbito psicológico del paciente (niveles elevados y permanentes de estrés).
Suele estar asociada a otras enfermedades atópicas, como la rinitis alérgica, el asma y las alergias alimentarias. Análisis de sangre y otras pruebas cutáneas pueden confirmar si existe alguna relación con factores ambientales o de alimentación, de acuerdo a los antecedentes del paciente. En otros casos pueden existir otras enfermedades infecciosas y/o autoinmunes. No obstante, tratar estas otras patologías no siempre alivian la DA; por lo tanto, es necesario realizar los tratamientos paralelamente.
En caso de que se sospeche de un empeoramiento de la DA con la ingesta de determinados alimentos, se recomienda anotar en un diario la alimentación de cada día. Llevar un registro de los síntomas asociados puede ayudar al profesional de la salud a identificar alimentos específicos y valorar si se eliminan o no de la dieta.
El tratamiento varía según la gravedad de las lesiones. En periodo de exacerbación, estos eccemas quizás hieran la piel produciendo infecciones, eritemas, costras, etc. En esa situación resulta necesario medicación antibiótica, corticoides u otra por un lapso de tiempo determinado, según las instrucciones del especialista.
Las personas con DA también son propensas a desarrollar infecciones víricas de la piel (herpes simple, verrugas, entre otras) y fúngicas. Por lo tanto, el dermatólogo puede indicar medicación específica para esos casos.
Los antihistamínicos, aunque se utilizan de manera habitual en estos pacientes, no siempre alivian el picor, pues en esta enfermedad aquel síntoma es provocado por otras sustancias distintas a la histamina.
Lo principal es mantener una rutina de cuidado personal estricto y de por vida para lograr la remisión de la enfermedad, es decir, conseguir reducir lo más posible la frecuencia, gravedad y cantidad de los brotes.
En los casos de DA leve y moderada, esto implica:
Ser constante en el uso de productos dérmicos recetados por el especialista es la clave para conseguir la estabilidad de la piel. Suspenderlos porque la piel ya se ve sana es un error común. Las medidas de cuidado básico deben permanecer para prevenir nuevos brotes.
Sin embargo, algunos pacientes no siempre pueden costear aquellas cremas y medicamentos, lo cual interrumpe los tratamientos. En muchos países, no existe cobertura médica para la DA, por ende, cada paciente debe sobrellevar los costos de manera particular.
Aunque ciertas vitaminas y minerales pueden ayudar a mejorar el estado inflamatorio de la piel, como la vitamina D, vitamina E, selenio, y zinc, no se recomiendan en las guías de la dermatitis atópica, pues todavía no se han observado resultados consistentes. Lo mismo ocurre en el caso de estipular una dieta generalizada o en el uso de probióticos.
Al ser una enfermedad inflamatoria, Amaru Latorre, nutricionista de OK to Shop, recomienda evitar alimentos pro inflamatorios como los ricos en omega 6 (aceite de maíz, de maravilla, soya, etc.) y priorizar el consumo de omega 3 presente en pescados grasos, al ser un potente antiinflamatorio natural; siempre y cuando no exista alergia a esos peces.
Solo los casos de DA severa son derivados a manejo con terapia farmacológica sistémica (inmunosupresores, fármacos biológicos, entre otros), dado que producen efectos secundarios y a su alto costo.
Teniendo esto presente, si eres tú quien tiene dermatitis atópica o tu hijo(a), persiste en las indicaciones del médico. Ten paciencia, sé obediente a la dieta indicada por el especialista y la rutina de cuidado cutáneo. Si lo haces, obtendrás cambios positivos en la salud de tu piel.